TFG y TFM por encargo: Un negocio antiético

(Publicada en el blog de JCruz Servicios Lingüísticos el 11-07-2020)


Me he dado cuenta recientemente de que muy pocas personas fuera del ámbito universitario conocen la existencia de empresas que elaboran «por encargo» Trabajos de Fin de Grado (TFG) y Trabajos de Fin de Máster (TFM), y por eso he creído útil informar sobre ellas y el fraude que instalan en el seno de las universidades.

🟣 El auge de Internet facilitó enormemente la capacidad de plagio del alumnado de todos los niveles: ya no hacía falta buscar libros y revistas en bibliotecas (lo cual, al fin y al cabo, presuponía cierto esfuerzo) para copiar de ellos, sino que bastaba con copiar y pegar de textos ya publicados desde la comodidad del sillón. Esto fue lo primero.

🟣 Luego surgieron las páginas que vendían trabajos de clase «prefabricados» para distintos niveles (secundaria, bachillerato y universidad). Fue entonces cuando muchas universidades empezaron a utilizar programas detectores de plagio, con lo cual ese «negocio» dejó de ser tan rentable (aunque sigue existiendo para niveles inferiores).

🟣 El siguiente paso fueron los servicios de encargo de TFGs y TFMs. Esto es bastante más grave, porque dichos trabajos son los que permiten la obtención del título correspondiente y, dependiendo de las carreras, los que capacitan para ejercerla. Se elaboran individualmente para cada estudiante, con lo cual no existe plagio, pero es mucho más fraudulento.

❓❓¿Son legales estos servicios? No, no lo son. Las páginas que los ofrecen se encuentran fácilmente en Internet, pero son «anónimas»: no figura en ellas ninguna foto, nombre, domicilio, etc. Algunas se presentan como servicios de «asesoramiento» o «tutorización», aunque sin ocultar que «fabrican» los trabajos, pero la mayoría lo pregonan abiertamente: «Hacemos tus trabajos universitarios por encargo», «Somos una plataforma para encargar y comprar trabajos», «Deja que otros trabajen por ti»… Y sólo unas pocas «se molestan» en intentar sortear el escollo legal, justificándose con declaraciones del tipo: “No nos responsabilizamos de la finalidad a la que se destinen los materiales enviados”. (Añado, además, que por lo general están plagadas de faltas de ortografía y errores sintácticos, lo que me lleva a preguntarme: Si no saben redactar un simple párrafo, ¿cómo van a ser capaces de elaborar un trabajo universitario de calidad?)

Como ex-profesora en la New York University – Madrid, donde dirigí numerosas tesinas de Máster (equivalentes a los TFMs), no entiendo cómo esto no lo detecta el profesorado que dirige los trabajos. En NYU supervisábamos el proceso desde que el alumno o alumna empezaba a enfocar el tema, pasando por la propuesta de investigación, sucesivos borradores de cada capítulo y así hasta la versión final. Por otra parte, se supone que estos trabajos han de ser originales, es decir, abordar un tema/aspecto no investigado por nadie antes. Un buen TFM, por ejemplo, requiere varios meses de dedicación exclusiva y estas empresas los preparan en plazos mucho más breves, ¡incluso de una semana! Supongo que tienen muchos ya elaborados y los modifican para cada “cliente” (ésa es su terminología) lo suficiente como para que no se detecte ningún plagio.

🌐 El equivalente en el mundo literario serían los escritores y escritoras “en la sombra” (término que prefiero al habitual de “negr@” y al anglicismo “escritor/a fantasma”), pero esto en sí mismo no es ilegal (otra cosa es que sea ético). Lo damos por asumido en las memorias de la clase política y podemos intuirlo en el caso de autores y autoras superventas que producen un novelón al año. Cierto que quienes les contratan se llevan el prestigio y el rédito económico que correspondería a la persona que ha escrito el libro, pero si ésta lo acepta, aceptable es. En el caso de los títulos universitarios sí constituye un fraude en toda regla.


⏩ Dicho esto, se preguntarán: ¿Cuál es la diferencia entre ofrecer servicios de corrección de TFGs y TFMs, y “fabricarlos”? Y la respuesta es: TODA. En los servicios de corrección que yo ofrezco en esta página, mi tarea es la que correspondería a una buena directora de tesina en las etapas finales del proceso. Yo no me involucro en el proceso de investigación ni en el contenido (entre otras razones porque sólo soy especialista en un número limitado de temas), sino únicamente en la expresión escrita y la presentación. A lo largo de mi carrera docente he visto demasiadas excelentes tesinas afeadas por erratas, faltas de ortografía, errores gramaticales o bibliografías deficientes, por la sencilla razón de que no todo el profesorado es tan exigente y perfeccionista como lo era yo con las que dirigía, en las que cuidaba hasta la última coma, en parte porque lo consideraba mi deber hacia mis estudiantes, pero también ―todo hay que reconocerlo― porque llevaban mi nombre.

Y es que, al contrario que los trabajos “de clase” que se realizan para obtener una nota en una asignatura determinada, los TFGs y TFMs se encuadernan, se entregan a un tribunal externo, permanecen archivados en la biblioteca del departamento o universidad correspondiente, y a menudo son la carta de presentación para acceder a otros programas universitarios o a futuros empleos, de ahí que los aspectos formales sean tan importantes. Porque,

Al igual que la comida, un texto “entra por los ojos”: por muy brillante, innovador o riguroso que sea, si está mal redactado o contiene errores y erratas, perderá muchísimo valor a ojos de quien lo juzga.

Jacqueline Cruz

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