La literatura española actual (II): Ni voces "otras" ni crítica sociopolítica
En la primera parte de este artículo hablé extensamente sobre mi decepción con la literatura española actual, a la que describí como "herida de muerte", con una lista de síntomas, (algunas de las) causas y (probables) consecuencias. Me centré en cuestiones formales (ediciones poco cuidadas y novelas que se lo dan todo "masticadito" al público lector) y genéricas (los subgéneros más vendidos y/por publicitados y el perfil de las y los escritores ídem). Decidí, sin embargo, dejar para otro artículo ―éste― las cuestiones de "contenido", aunque soy consciente de que forma y fondo, o continente y contenido, son indisociables.
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🟣 Ausencia de voces "otras":
Esto podría encajar en lo que arriba he descrito como "perfil" de los y las autoras (número astronómico de periodistas que ganan premios, asombrosa "prolificidad" de las y los consagrados), pero va bastante más allá, puesto que nos habla de una sociedad numéricamente multicultural (en torno al 18 % de la población española es migrante o migrantedescendiente1) en la que sin embargo las personas racializadas están totalmente invisibilizadas. ¿A cuántas figuras literarias racializadas conocen ustedes? Yo, básicamente, sólo a una: Najat El Hachmi.
🌐🌐 Dos aclaraciones: 1) Como señalé en la primera parte del artículo, en España se publican, a ojo de buen cubero, unas 3.000-4.000 novelas nuevas cada año, por lo que ni la lectora más voraz puede abarcarlas todas. Y entre esos millares de novelas seguro que hay algunas de autoras o autores racializados. Pero ello no contradice mi argumento: sólo hay una que tenga cierta repercusión2. 2) No incluyo como voces "otras" las de los y las escritoras latinoamericanas que se instalan en España por motivos personales o comerciales, puesto que no son propiamente migrantes y reciben un trato muy distinto por parte de la población "autóctona". 🌐🌐
Del resto de "síntomas" preocupantes en la literatura española actual responsabilicé al mundillo editorial. De esta ausencia de diversidad cultural, en cambio, no puedo. Lo haría si existiese diversidad en otros ámbitos y sólo faltase en la literatura, pero no es el caso. En España, país racista de emigrantes que ha olvidado que lo fue, no vemos a personas (in)migrantes ni en el cine, ni en el periodismo, ni en la política, ni en los sindicatos (¿qué sindicatos?)... Sólo en el deporte y sólo porque gracias a ellas Españistán gana copas y conquista medallas (este verano se endiosaba a Yamine Labal cuando la selección española ganó la Eurocopa; una vez iniciada la Liga, el mismo héroe se ha convertido en moro de mierda cuando juega fuera de casa).
Lo más comparable a la novela es el cine y al cine sí le puedo seguir bastante bien la pista: en 2023, por ejemplo, se realizaron 375 largometrajes en España3 y, aunque la cifra parece alta, resulta legítimo limitar mis análisis, como hace CIMA (Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales) para sus informes anuales, a los largometrajes de ficción presentados como candidatos a los premios Goya, en ese caso 1234. Pues bien, salvo algún despiste gordo por mi parte, en los últimos veinte años sólo una persona migrantedescendiente ha realizado largometrajes de ficción en España, Santiago Zannou5.
Es cierto que hay novelas (y películas) muy bienintencionadas que denuncian las opresiones y explotaciones que sufre la población migrante. Pero, puesto que sus creadoras y creadores hablan desde fuera: 1) Siempre se cuelan estereotipos y simplificaciones6, y 2) Al final todas acaban contando lo mismo. Y yo lo que quiero es oír sus voces en primera persona. Y no sólo contándome su opresión desde la posición de víctimas, que por supuesto a menudo lo son, sino también desde perspectivas más cotidianas y/o existenciales, como protagonistas de los mismos tipos de historias que se cuentan sobre personajes españoles.
Por eso establecía, en la primera parte del artículo, un contraste con la literatura francesa, donde sí hay infinidad de voces franco-magrebíes y afro-francesas. Sólo entre las mujeres a las que he leído en el último año y pico (quienes más me interesan, bien sûr) puedo citar a Saphia Azzeddine, Leïla Bahsaïn, Faïza Guène, Nesrine Slaoui, Leïla Slimani y Alice Zeniter, cuyas obras, aparte de contarnos sus historias (ficticias o no), tienen el mérito añadido de hablar de las intersecciones entre sexo, raza y clase, un concepto éste ―el de la interseccionalidad― que las feministas españolas mainstream (todas blancas y burguesas) niegan por principio (o, mejor dicho, por privilegio). Y, por mencionar también a autores varones, diré que este año los dos premios literarios más prestigiosos de la literatura francesa, el Goncourt y el Renaudot, han sido otorgados a autores de origen migrante: Kamel Daoud y Gäel Faye, respectivamente. ¡Y eso en un país en el que la mitad de la población vota a la ultraderecha!
La ausencia de esas voces es el síntoma. La causa es evidente: el racismo, aunque habría que incluir el "enchufismo" del que hablé en la primera parte del artículo: salvo aisladísimos golpes de suerte, los enchufes van de la mano de la clase social y ésta, a su vez, va de la mano de la raza. ¿Y la consecuencia? Pues que las personas racializadas seguirán invisibilizadas, lo cual, en un círculo vicioso eternamente repetido, seguirá alimentando el racismo.
🟣 Ausencia de crítica sociopolítica:
Tampoco se caracteriza la novela española actual por la denuncia social y las pocas figuras que la cultivan asiduamente (al menos las que me vienen a la cabeza a bote pronto) empezaron a publicar allá por los años noventa. De nuevo, seguro que existen novelas de denuncia que no conozco, pero me ciño a las obras que copan las mesas de novedades y la publicidad. De hecho, la enorme popularidad de la novela histórica, tal como se entiende ahora (no incluyo bajo este rubro la de recuperación de la memoria histórica de la guerra civil y el franquismo, que sí es abiertamente política y todavía muy necesaria), es muy sintomática, en la medida en que implica una evasión del presente. En su origen, la novela negra (otro de los subgéneros dominantes) tenía un importante componente de crítica social, pero dicho componente se ha ido diluyendo a lo largo de las décadas (y no sólo en España). Y lo mismo se puede decir del cine, donde cada vez se realizan menos películas de denuncia (y ahora sí hablo específicamente de España).
Es más: en la literatura y el cine español no
sólo no se habla de cuestiones sociopolíticas, sino que los propios términos que
designan a las clases sociales (alta burguesía, pequeña burguesía, clase
obrera, etc.) parecen haber sido sepultados en la ola de amnesia que
trajo consigo la Transición a esta (pseudo)democracia que tenemos. En su
lugar, encontramos términos vagos y/o eufemísticos, como "gente
rica y gente pobre", "gente pija" (la cual no conforma
propiamente una clase social, puesto que incluye a quienes, sin pertenecer a la
burguesía, aspiran a parecerlo) y "gente que lo pasa mal" (un
eufemismo que me indigna en lo más hondo), así como la repetición ad
nauseam de "clase media", esa entelequia en la que sin
embargo parece inscribirse la población española al completo.
De nuevo me veo obligada a comparar con la literatura francesa, donde no sólo se nombran las clases sociales en las numerosas obras (literarias y cinematográficas) que denuncian aspectos sociopolíticos concretos, sino en otras que en principio abordan temáticas distintas. Pienso, por ejemplo, en tres recientes novelas autobiográficas sobre violaciones en la niñez y la adolescencia, Le Consentement (2020) de Vanessa Springora, La Familia grande (2021) de Camille Kouchner y Triste tigre (2023) de Neige Sinno, cuyas protagonistas ―y sus depredadores― están perfectamente ubicadas en su clase social: alta burguesía intelectual en los dos primeros casos y clase obrera rural en el tercero.
Otro aspecto que me fascina de la literatura francesa es la omnipresencia de las teorías de Pierre Bourdieu y las referencias (explícitas o implícitas) a nociones como el capital social, el capital cultural o el transfuguismo de clase (un tema central este último en la obra de Annie Ernaux, Premio Nobel de Literatura en 2022). Por ejemplo, hace unos meses flipé (no suelo usar este verbo, pero en este caso es el que mejor transmite mi asombro) al encontrarme dos capítulos de análisis bourdeiano de la educación en una novela policíaca por lo demás bastante estándar, La Fille de Kali (2016) de Céline Denjean (aprovecho para recomendar todas sus novelas a las amantes del género). Me dirán que Bourdieu es francés y es lógico que sus compatriotas lo conozcan y lo citen, pero ¿y sus análisis? ¿Acaso no tienen relevancia para una sociedad estamental como la española? (Ojo, también la francesa sigue siendo una sociedad estamental; la diferencia es que sus intelectuales lo reconocen y lo denuncian.)
La ausencia de denuncia social en la cultura española es, de nuevo, sólo un síntoma. Analizar las causas requeriría un análisis politológico/sociológico para el que no me veo capacitada. Sólo diré que la literatura (como el resto de las artes) es y transmite ideología. Por un lado, refleja su sociedad y su época, mientras que, por el otro, contribuye a moldearlas: causa y consecuencia en ―de nuevo― un círculo vicioso que, en el caso español, yo personalmente atribuyo a las pervivencias del franquismo. La prueba la tenemos en nuestro tablero político, donde la izquierda se ha extinguido por completo, y en una sociedad aborregada en la que nadie se atreve a (o tiene interés en) cuestionar el sistema socioeconómico. (El único movimiento crítico que existe hoy en día en España es el feminismo, pero, como ya señalé, "pasa de" todo lo que tenga que ver con clase o raza.)
En este sentido, y aunque parezca anecdótico, me llama la atención que en España no se realicen series políticas, del estilo de Borgen (Dinamarca), Les Hommes de l'ombre y Baron noir (Francia), Total Control (Australia), Okkupert (Noruega), Bodyguard (Reino Unido) o The West Wing (EEUU), entre muchas otras. No se trata ni de lejos de series revolucionarias (la que más se inclina a la izquierda es Baron noir), pero al menos muestran los entresijos del poder, las ideologías contrapuestas, las incoherencias y concesiones de la clase política, etc. En España eso no tiene cabida, pues en la política rige el mismo corporativismo que en gremios como el médico o el de la magistratura, de tal manera que, en el mejor de los casos, encontramos alguna serie con personajes secundarios involucrados en tramas de corrupción... limitadas, eso sí, al nivel municipal o, como mucho, autonómico... nunca nacional.
Pero me estoy alejando mucho del tema, así que será mejor que cierre ya este artículo sin más digresiones.
Notas:
1 Según el INE (Instituto Nacional de Estadística), el porcentaje de población extranjera en España (no toda la cual es propiamente migrante, pero sirva como acercamiento) en 2022 era del 11,6 % (https://www.ine.es/jaxi/Datos.htm?path=/t20/e245/p04/provi/l0/&file=0tamu004.px). A ello hay que añadir a la población nacida en España de madres y/o padres migrantes, que sumaría otro 6,5 %, de acuerdo con un estudio de Jordi Bayona-i-Carrasco y Andreu Domingo (https://reis.cis.es/index.php/reis/article/view/2364).
2 El ecuatoguineano Donato Ndongo ha estado publicando novelas y ensayos desde los años ochenta y sigue siendo un desconocido. También está Laila Karrouch, autora hispano-magrebí que escribe en catalán, pero cuya obra no ha sido traducida al castellano.
3 Ministerio de Cultura, "Estadística de cinematografía: Producción, exhibición, distribución y fomento" (2023). https://www.cultura.gob.es/dam/jcr:4060b6e9-4fa9-4f18-923f-f15066dcc03c/estadistica-de-cinematografia-produccion-exhibicion-distribucion-y-fomento.pdf.
4 CIMA
(Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales), "Informe
anual CIMA 2023: La representación de las mujeres del sector cinematográfico
del largometraje español" (2024). https://cimamujerescineastas.es/wp-content/uploads/2024/06/INFORME-CIMA-2023.pdf.
5 Recientemente
RTVE ha estrenado la serie Dieciocho, de Hammudi Al-Rahmoun Font,
director hispano-sirio que, según acabo de descubrir, además de varias
series, dirigió el largometraje Otel·lo en 2012.
6 Sobre este tema, pueden leer mi artículo "Prostitutas y criadas: Las inmigrantes dominicanas en la literatura y el cine español", donde analizo dos novelas y dos películas. https://www.academia.edu/123940436/Prostitutas_y_criadas_Las_inmigrantes_dominicanas_en_la_literatura_y_el_cine_espa%C3%B1ol.
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